jueves, 29 de agosto de 2013

¿ECO-PERONISMO? Por Diego Domínguez para Boletín Isleño

El peronismo es desborde, no hay caso con encasillarlo. También se ha indicado que el peronismo es capaz de absorber diversas expresiones políticas, y que incluso ha asumido la forma de un espectro oscilante entre derecha e izquierda, o al revés. Bueno, ahora lo habita un nuevo impulso histórico, que además está gestando una nueva contradicción en su seno. La praxis nacional y popular, y democrática se dijo también, ha parido ahora al “Eco-peronismo.”



Las bases del eco-peronismo las ha dado el mismo Juan Domingo Perón, en su “Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo”, de febrero de 1972. Allí se planteaba un nuevo desafío para los países del “tercer mundo”.
A las luchas por la autodeterminación de los pueblos contra las afrentas coloniales, Perón sobreponía un “peligro mayor” como la destrucción de la naturaleza y sus consecuentes “catástrofes sociales”, que llaman a “superar las divisiones partidarias o ideológicas” pues lo que está en juego es la supervivencia misma de la humanidad. Perón entendía que la crisis ambiental que vislumbraba como amenaza terminal de la existencia humana dependía del paradigma del progreso y del espejismo del desarrollo tecnológico, un modelo que a su vez distribuía desigualmente sus consecuencias negativas.
Por ello la Soberanía Política e Independencia Económica, pero sobre todo la Justicia Social, eran objetivos que el tercer mundo debería perseguir como parte de la lucha planetaria para corregir el camino de insustentabilidad e injusticia ambiental del modelo de las “sociedades de consumo”. Por ello en las consideraciones, Perón señalaba: “Por eso cada gramo de materia prima que se dejan arrebatar hoy los países del Tercer Mundo equivale a kilos de alimentos que dejarán de producir mañana. (…) De nada vale que evitemos el éxodo de nuestros recursos naturales si seguimos aferrados a métodos de desarrollo, preconizados por esos mismos monopolios, que significan la negación de un uso racional de aquellos recursos. (…) En defensa de sus intereses, los países deben propender a las integraciones regionales y a la acción solidaria”. En este documento de Perón resuenan muchas de las ideas de Rodolfo Kusch en su texto “Geocultura del Hombre Americano”, lo cual también marca la densidad teórica de los contenidos ecológicos dentro de la tradición del pensamiento nacional y popular.
El eco-peronismo no es una expresión de deseo, amparada en algunas citas del propio Perón. Aunque esto ya bastaría para que la ortodoxia tomara nota. Estamos frente a un movimiento histórico que no solo reactualizaría el vigor del proyecto nacional y popular, sino que podría reubicarlo como parte de la herencia del pensamiento bisagra, trans-moderno, que habrá de consolidarse para encarar la actual crisis civilizatoria que pone en evidencia la problemática ecológica y la desigual distribución de sus costos.

Hay síntomas de la nueva era, de la cual no está exento el peronismo que ya evidencia en su interior el nacimiento de una nueva dialéctica que amenaza devorar las anteriores. Ya mismo el proyecto nacional y popular en su expresión de gobierno, o sociedad civil organizada, está teniendo que enfrentar en forma creciente una contradicción, un parte aguas, que deja de un lado al eco-peronismo y del otro al peronismo neo-desarrollista o extractivista. Así lo expresan los traspiés presidenciales como en la ley de bosques, o en el veto y voto de una misma ley, como la de glaciares. O las ambigüedades discursivas y la “tercerización provincial” de la represión frente a las protestas ambientalistas de poblaciones como Gualeguaychú o Famatina, y frente a las acciones territoriales de las comunidades rurales originarias y tradicionales. O bien, la convivencia dentro de un mismo organismo como el INTA, de una política de promoción de la agroecológica y la agricultura familiar, a la par de la celebración exultante de las clonaciones animales y la ingeniería genética para sostener monocultivos.
O el coqueteo entre una berborragia ambientalmente escencialista y un real desmanejo de la cuenca Paraná-Del Plata que se agudiza en su desembocadura, donde el gobierno de la provincia de Buenos Aires, y los municipios de Tigre y San Fernando, prometen grandilocuentes acciones de manejo ambiental que castigarían a los habitantes tradicionales, a la vez que incumplen con los controles ambientales en tiempo y forma, permitiendo por acción u omisión la contaminación de los afluentes del Río de la Plata y las agresiones de grandes emprendimientos sobre las islas del Delta y sus pobladores.
Mientras un sector del peronismo está con los ojos en la crisis financiera global, el eco-peronismo tiene sus preocupaciones puestas en los modos en que el pueblo argentino sorteará la crisis socio-ambiental que enfrenta el planeta, y pone en jaque la existencia misma del ser humano.
Entre estos últimos, aunque primeramente no se definirían como eco-peronistas, podríamos hallar a sectores (oficialistas y no oficialistas) del movimiento de fábricas recuperadas y trabajo autogestionado, del movimiento campesino e indígena y agroecológico, del movimiento vecinal ambientalista, de las redes de activismo ecologista, del empresariado pyme vinculado al nicho “verde” o ambientalmente responsable. También podríamos englobar aquí a algunos funcionarios nacionales, provinciales y locales, o bien a viejos militantes de la “resistencia peronista”, intelectuales, artistas y legisladores no necesariamente alineados con el oficialismo.
Todos ellos asumen consideraciones y acciones para un proyecto ecológico nacional y popular. A su vez, de este modo, el eco-peronismo crea para la apuesta nac&pop un potencial arco de alianzas políticas de escala local y latinoamericana muy vasto, donde existen expresiones gubernamentales y de movimientos sociales. A la inversa, quizás el aporte del eco-peronismo al movimiento ecologista rural y urbano global sea poco significativo, sin embargo puede jugar un rol histórico central a la hora de neutralizar la legitimidad que está teniendo lo que se ha llamado “segunda ola de cercamientos” o fase de “acumulación por desposesión” en el sur del sur de América.
Para todos aquellos, que asociamos a la presencia eco-peronista, el gran desafío es enfrentar, al interior mismo del proyecto nacional y popular, a la línea embanderada en el neo-desarrollismo que defiende las grandes inversiones (locales e internacionales) para emprendimientos vinculados con la explotación directa de los recursos naturales, donde se destacan las actividades del agronegocio, la minería a cielo abierto, o los megaemprendimientos urbanísticos.
Es decir, el proyecto ecologista nacional y popular, tendrá que lograr primeramente que el peronismo actual (en el gobierno o no) abandone su faz productivista y extractivista, se proponga reestructurar el sistema energético argentino, y que en ese recorrido avance sobre la planificación democrática de la economía y la preservación del equilibrio ecológico.


1 comentario:

  1. Muy buena nota. El ecoperonismo ya esta en movimiento. Los invito a seguirlo en
    http://ecoperonismo.blogspot.com.ar/

    Atte.

    El pajaro

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