domingo, 27 de abril de 2014

ALBERTO MUÑOZ -Historias Naturales- Abril 2014

Historias Naturales


Confesiones a la hora del fernet
Por Alberto Muñoz

Cada uno de los que estábamos ahí confesó sus terrores. La lluvia ayudaba y el fernet daba ánimo. De todos los relatos el más impactante fue el del moreno Etchenique. No era hombre de mentir ni de exagerar, no necesitó jurar porque nadie desconfiaba de su voz aguarrentosa y del carboncito rojo que refulgía al costado de su boca. Fumaba y tomaba escuchando a los demás.
Etchenique amaba desde chico las historia de romanos. Su madre le leía a la luz de los farolitos de kerosene la vida y las epopeyas de los emperadores romanos.
Así, con cierto humor, comenzó a contar su historia de terror:
Le tengo miedo a los sapos, y a las ranas, y a los hombre-rana y a los sapos de otro pozo.
¿De dónde viene ese miedo? de una maldad: aplasté con un baldosón una de esas criaturas verdes y ya nunca más me los pude sacar de encima. Cuando sueño que formo parte del Imperio Romano en la época de Tiberio y voy a la cabeza de mi ejercito y ya hemos vencido a los bárbaros y solo queda descansar, un centurión llega hasta mi tienda para comunicarme que están atacando los sapos, que no hay modo de detenerlos, que atacan con palos y piedras y aplastan las cabezas de los soldados como si nada.
Despierto de la pesadilla, transpirado, y me meto en la cama de mi madre tapándome con sus cobijas. En esa oscuridad estoy más aliviado, nada hay como una madre para protegerse de los sueños horrorosos, sentir su cuerpo caliente y su croar suave y gracioso, comunicándose con las otras madres del pantano que también arropan a sus hijos temerosos.


Alberto Muñoz en el cumplaños del Boletín Isleño
Nadie dijo nada, se había terminado el fernet. Fuimos saliendo del rancho y lo dejamos solo, llorisqueando, conmovido vaya a saber por qué, si por efecto del alcohol, si por pensar en su madre o por el recuerdo de tantos soldados amigos que murieron cerca de él, a los gritos, cuando atacaron los sapos.

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