lunes, 9 de junio de 2014

Buscando el Ser Isleño: 9ª Entrega: “El informe del ingeniero Antonio Gil” (Segunda Parte)

Antonio Gil recorrió el delta por primera vez en 1894, como vimos en el número anterior, para elevar al gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Guillermo Udaondo, un detallado informe en el que daba cuenta de la situación del Bajo Delta.
            Pero el ingeniero agrónomo no pudo tomarse vacaciones. La explosión demográfica de la región, y la importancia que tomó para las autoridades fue tal, que hubo que continuar las recorridas para por los arroyos para profundizar el conocimiento del lugar.

El ingeniero Gil tuvo serias discusiones con una comisión de vecinos que refutaron varios puntos de sus informes




            Entonces, en enero de 1895, Gil volvió a embarcarse y partió hacia el laberinto de arroyos que había conocido por primera vez el año anterior. Tomó por el río Luján hacia el Caraguatá hasta un riacho que él llama de “Escobar”. Allí encuentra una mayoría de italianos, ocupados en grandes y productivas quintas de hortalizas. Y el parte que Gil eleva al Ministro Frers, muestra una época del Delta en el que al isleño le resultaba más rentable este tipo de actividades que la forestación, a la cual está dedicado casi por completo hoy en día (recordemos que la intención del gobierno de Buenos Aires era fundar un polo forestal en la isla): “La creación de montes maderables con estos (eucaliptus globulus) y otras esencias forestales,, tropieza en el país con muy graves inconvenientes. Las condiciones económicas de la producción maderable están en pugna con el interés particular, el cual encuentra mayores alicientes y ventajas con la producción de otros productos agrícolas. Este espíritu esencialmente utilitario que domina nuestra época es uno de los peores escollos que se opone a la creación de los montes referidos.” Es sorprendente que un funcionario que estaba en el Delta sólo por la necesidad que tenía un gobierno de acceder a madera barata, critique el “utilitarismo” de los habitantes de una región, que por supuesto, como en todos lados, se dedicarán a las actividades que le resulten más rentables para poder seguir viviendo en ese lugar.


El gobierno de Buenos Aires buscaba una zona cercana que abasteciera de madera a sus mercados


            En la zona inferior del Paraná de las Palmas, encontró que las islas eran muy bajas, sometidas a las frecuentes crecidas del río, y que los pobladores allí sólo tenían algunas plantaciones de sauce y algunos pocos frutales. Allí se enteró por los carapachayos que había existido un tiempo un vaporcito que hacía el servicio hacia esas islas, pero que luego tuvo que desparecer porque no resultó viable. Luego Gil pasa a criticar a los isleños porque cazan pájaros como calandrias, zorzales, horneros y urracas.
            Luego menciona la gravedad de los incendios, y lo difícil que resulta contenerlos una vez que comenzaron. Dice que las causas son la de “leñadores y la población marinera que hace fuego en las riberas”.
            Más adelante, recorriendo la Primera Sección, menciona que tiempo atrás habían existido cuatro florecientes fábricas de dulces, de las cuales luego quedaron tres. Gil Atribuye esa disminución de la prosperidad a los mejores precios que se pagan por la fruta fresca y por una “reducción en el consumo de conservas y dulces”. Allí se encuentra la fábrica “Parodi, Marini y Cía”., también “El Cazador” que produce unos 300.000 tarros de dulce anuales esta fábrica se hallaba ubicada en el arroyo Espera.
            Sobre el Esperita estaba la “Tigre Packing”, una importante productora de conservas de la época de oro isleña, y sobre el lujan encuantra Gil a la fábrica del señor Rumbado que se dedica al dulce de membrillo. El ingeniero descubre una producción casera novedosa: “El único producto que el isleño elabora con exceso es la sidra”.
            Sobre el Esperita también se encuentra Gil al señor Juan Hunter con uno de los únicos colmenares que vio en su recorrida. También se soprendió al ver en el Carapachay el enorme viñedo que allí tenía en su quinta don Juan Müller, ya conocido por nosotros, que se encontraba atacado por una enfermedad.
            En su recorrida por los arroyos Morán, Felicaria, Estudiante, Paycarabí y Durazno, los encuentra cubiertos de “espadaña, juncos, totoras, paja brava y colorada, plumacho. Es lamentable que estos productos no tengan hasta ahora aplicaciones, porque podrían servir para la fabricación de pasta para papel, junto con los sauces y álamos”. Aquí otra vez Gil se lamenta porque los isleños son “utilitarios”, es decir, no hacen lo que es útil para él y para el gobernador que lo envió. “Hasta ahora sólo se multiplica en grande escala el sauce criollo, el llorón, el álamo de Italia y el álamo Carolino”, cuenta el ingeniero agrónomo.
            Gil da una importancia relativa a los naranjos en el Delta, aunque sí consigna el gran número de limoneros, a los que lleva a las cifras fantásticas de 6000 frutos por planta.
            En su informe vemos tal vez el primer conflicto de tierras registrado en las islas tras la ley de 1888. Muchos isleños de expresaron su preocupación por que les quitaran las tierras otorgadas por la cláusula que obligaba a plantar mil árboles forestales por cada cuadra frente al río. Esta dura exigencia que evidentemente era difícil de cumplir, muestra que ya desde siempre, y en todos los gobiernos, la necesidad de madera barata para papel fue el motor de cualquier acción del estado en el Delta.
            Gil relata haber visto en la zona de Otamendi, más de 20 kilómetros cuadrados cubiertos por Esparto. Dice esta que esta planta es “utilísima” para cuerdas, cestas, esteras, y por supuesto, para papel.
            Cuando anduvo, por los arroyos Correntoso, Naranjito, Camacho Borches, y Pantanoso, se asombró por la soledad en la que viven los pocos isleños de esos parajes. Allí recomienda la instalación de un “vaporcito” subvencionado para que esa población no quede tan incomunicada, y pueda tener modo de transportar mercaderías y todo aquello que necesiten.
Al encontrarse también con algunas plantaciones de tabaco, expresa que “su cultivo puede efectuarse en las islas con menores gastos y mayores probabilidades de éxito que en tierra firme”.
Hasta el ceibo virgen cae en la imaginación del hambriento de papel don Antonio Gil: “son los árboles más abundantes, pocas aplicaciones recibe. Su madera es muy blanda, fibrosa y esponjosa. Sin embargo, esta madera sería una de las mejores para la fabricación de celulosa.”
El ingeniero agrónomo Gil fue un exponente de la generación del 80, positivista, utilitarista y racionalista, que no podía concebir nada que no se aplicase al “progreso”, tal como la élite gobernante lo concebía. Y en ese momento, la creciente necesidad de madera para papel –recordemos que en esos años, la población argentina había crecido al doble debido a la masiva inmigración, se incrementó de manera astronómica. Además debemos memoriar que para esos años se registran los mayores índices de exportación de cereales, por lo que el suelo argentino era un perfecto engranaje del imperio británico, que había decretado que la semi colonia sudamericana debía proveer de carne y trigo al taller del mundo.  Por lo tanto, la oligarquía terrateniente, que no estaba dispuesta a ceder un palmo de terreno para otra cosa que no fuera lo dictaba el Emperador, debió buscar la manera de procurarse una zona cercana para hacerse de madera para papel, y así fue que la elite encontró la solución a sus angustias: el Delta.


            

1 comentario:

  1. Exelente!!!
    Necesito mas!!!! Jej

    Mi nombre es Cristian y soy estudiante de arquitectura, en estos momentos me encuentro realizando un trabajo monográfico sobre el valor patrimonial arquitectónico de las islas del delta, y la información brindada por este blog en verdad a superado a la de muchos libros sobre historia a los que he consultado.
    Me interesaría saber si tengo algún medio por el cual poder comunicarme con el responsable de este blog , para ver si no puede compartirme la información faltante, que seguramente vendrá en las entregas posteriores, pero en verdad la requiero en estos días.
    Saludos atte. Crisitian.

    P.D: una vez terminado mi trabajo y si sirve me gustaría compartirlo con esta comunidad isleña tan interesante.

    ResponderEliminar